martes, 30 de abril de 2013

Las contradicciones del socialismo venezolano



Es muy lamentable el acto de violencia que se suscitó el día 30 de abril en el parlamento venezolano en contra de los diputados de la oposición. Los signos de intolerancia y violencia ya habían sido marcados cuando el presidente del parlamento Diosdado Cabello prohibió la palabra a todo aquel diputado que no aceptara los resultados de las recientes votaciones en territorio sudamericano. Resulta muy peligroso el rumbo que está tomando el país venezolano, en donde el gobierno con tintes de totalitarismo recurre a la violencia en el seno parlamentario, tesoro y templo inquebrantable de toda democracia, violentando así el derecho de todo ciudadano a expresar su pensamiento.

Las acciones no solamente se circunscriben a coartar el derecho de expresión de los diputados, sino
que el poder oficialista, pero cada vez menos legítimo, continúa con sus manifestaciones de totalitarismo al tomar posesión esta misma semana de uno de los últimos medios de comunicación independientes (Globovisión). Lo hará de una forma  sutil, muestra clara de los síntomas que se le diagnostican a cualquier régimen totalitario. ¿Es que acaso la comunidad internacional no es capaz de observar estos síntomas? ¿Son los países latinoamericanos cómplices al hacerse de la vista gorda? ¿Es posible que los países sudamericanos estén de acuerdo con un proyecto socialista basado en la violencia y el miedo? Las respuestas a estas preguntas quizás no sean agradables e incluso pudieran formularse más en donde actores como el secretario general de la OEA José Miguel Insulza tal vez se esté quedando corto en su accionar, pero, ¿A qué se debe que el discurso de Nicolás Maduro presente tantas contradicciones? ¿Cómo puede un modelo socialista de ésta índole tomar como estandarte a la figura de Simón Bolívar y aun así fomentar la violación de derechos fundamentales?

Es interesante analizar al albor de los actos de violencia que se han dado, frases del héroe que Hugo Chávez tomó como estandarte para su revolución socialista y sacar conclusiones. “Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos”. ¿No es acaso esta la Venezuela que fue moldeando a su antojo Chávez y que ahora hereda Nicolás Maduro? El país venezolano se ha convertido en lo que Simón Bolívar alguna vez repudió. Es aún más irónico que el movimiento chavista utilice la figura de Bolívar cuando él mismo aseveró: “Si un hombre fuese necesario para sostener el Estado, ese Estado no debería existir, y al fin no existiría”. Es precisamente este último pensamiento el que se está demostrando y haciendo realidad en el convulso momento político que vive Venezuela. El Estado socialista de Chávez no consigue sostenerse bajo la figura de un líder que falleció y dejó a un país con la economía en un estado crítico, deudas exuberantes, y la ilusoria idea de una revolución socialista financiada con el petróleo. El proyecto socialista de la región murió con Chávez, de ahí que los mandatarios de los países sudamericanos que aplaudían su gestión y la misma Cuba se encuentren con nerviosísimo por el posible cierre de la tubería que transporta los dineros provenientes de Venezuela; y su única manifestación sea reconocer y apoyar el gobierno de Maduro a pesar de que el mismo Consejo Nacional Electoral incumpliera con la petición de una auditoría y dejara entrever las irregularidades en el proceso al dar en primera instancia un visto bueno a la revisión y luego retractarse ante la misma. Lo que ocurre en Venezuela es reflejo del deseo de la región por abandonar ideas retrogradas que obstaculizan el desarrollo.

La inconformidad no solamente se da en Venezuela. En Argentina los índices de inflación y el mercado negro del dólar han llevado a las personas a manifestarse repetidas veces ante una Cristina Fernández de Kirchner que no tiene como responder. En Ecuador la falta de estabilidad normativa y reglas claras cada vez ahuyenta más la inversión privada que ha venido disminuyendo y para el primer semestre de 2012, según el Banco Central del Ecuador, fue de 315 millones de dólares; una cifra magra si se la compara con la que hubo en los países vecinos en el mismo período: Colombia (7798 millones de dólares) y Perú (5440 millones de dólares).  

El panorama es claro, y en Venezuela el cambio ya se está generando. Será de vital importancia que la comunidad internacional no se tome a la ligera los hechos que se están dando en el país sudamericano y no sean tan permisivos como los demás países pertenecientes al ALBA, quienes claramente tienen intereses de por medio con respecto a la aceptación de Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela.  


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