lunes, 22 de abril de 2013

La Suiza Centroamericana


En muchas ocasiones los costarricenses nos jactamos de aquel idílico pensamiento en donde nos autoproclamamos "La Suiza Centroamericana", sin embargo resulta peligrosa esa miopía a la hora de ver qué ocurre a nuestro alrededor. Solemos tener una concepción equívoca sobre el resto de países de la región, y quizás ese sentimiento de superioridad muchas veces fundado en nuestras propias creencias puede ser el detonante que nos deje rezagados competitivamente.
Recientemente Managua, la capital de Nicaragua, fue ubicada en la tercera posición en la categoría de Estrategia de Inversión Extranjera Directa (IED) del ranking Ciudades del Futuro de Las Américas 2013/14, publicado por fDi Intelligence. La capital nicaragüense fue superada únicamente por las ciudades canadienses de Montreal y Toronto.
Se hace imperativo conocer lo que está haciendo nuestro vecino para alcanzar dicha distinción.

Managua, Nicaragua
Entre sus estrategias figura la creación de una comisión especial de los sectores público y privado que trabaja en estrecha colaboración con el Banco Mundial en desarrollar iniciativas y políticas para mejorar el clima de negocios del país y fomentar la atracción de inversiones. Es decir, mientras Nicaragua fortalece su relación con el Banco Mundial, Costa Rica continúa con su historial de préstamos otorgados por instituciones internacionales que se pierden por la falta de capacidad de nuestro Estado para hacerlos efectivos en obras.
Entre los elementos que destacan sobre Managua se menciona una infraestructura moderna, parques industriales cerca del aeropuerto internacional  (considerado entre los más seguros de Latinoamérica), una red de telecomunicaciones de nivel mundial y uno de los más altos niveles de seguridad en la región. Cualquiera pensaría que en Costa Rica tenemos todos estos factores y más, pero, ¿Es eso cierto? Hace escasas semanas  hemos dado muestra al mundo, por medio de la polémica alrededor de la concesión de la vía Sabana-San Ramón, dos puntos sensibles en el tema de inversión extranjera directa. Primero, no poseemos una carretera de primer nivel que conecte el aeropuerto Juan Santamaría con los centros más importantes del país. Segundo, nuestro gobierno firmó prácticamente a escondidas un contrato con una empresa internacional (OAS) en condiciones que a todas luces van en detrimento de la población, y ahora se busca bajo cualquier forma rescindir el contrato. Si el contrato sigue en pie los costarricenses tendrán que pagar peajes excesivos gracias a una concesión mal negociada, y si el contrato se rescinde la imagen del país habrá quedado deteriorada internacionalmente, después de todo qué empresa estará dispuesta a invertir en un país en donde no se respetan los contratos. El daño ya está hecho.

Es importante que nos quitemos la venda de los ojos y observemos lo que están haciendo nuestros vecinos. Nicaragua ha sido altamente calificada en muchas publicaciones extranjeras de renombre, como el Economist Intelligence Unit y el Latin Business Chronicle, por sus altos niveles de seguridad personal y su nivel de globalización. Las misiones extranjeras señalan las extraordinarias oportunidades de inversión, debido a la estabilidad económica, el marco legal sólido, la disponibilidad de una fuerza laboral adecuada y un gobierno a favor de la inversión. Ya basta de seguir durmiendo en los laureles y creer que por el simple hecho de ser costarricenses somos mejores. Hace falta que marquemos nuestro rumbo y sigamos estrategias a largo plazo que nos permitan salir del subdesarrollo. Es necesario que nuestros gobernantes dejen de pensar en intereses propios y busquen el bienestar de la patria. Es hora de deshacernos de mitos e idílicos, y aceptar que la realidad en que vivimos la construimos todos juntos día a día. Solamente con participación y conciencia ciudadana, a la que Robert Dahl llama en su teoría sobre las poliarquías el poder de los “no líderes”, podremos tener una Costa Rica competitiva e inmersa en la economía mundial; de lo contrario nos quedaremos irreparablemente viviendo por siempre en “La Suiza Centroamericana”.  
 
Lic. José Pablo Valverde Coto MBA

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