Es muy
lamentable el acto de violencia que se suscitó el día 30 de abril en el parlamento
venezolano en contra de los diputados de la oposición. Los signos de
intolerancia y violencia ya habían sido marcados cuando el presidente del
parlamento Diosdado Cabello prohibió la palabra a todo aquel diputado que no
aceptara los resultados de las recientes votaciones en territorio sudamericano.
Resulta muy peligroso el rumbo que está tomando el país venezolano, en donde el
gobierno con tintes de totalitarismo recurre a la violencia en el seno
parlamentario, tesoro y templo inquebrantable de toda democracia, violentando
así el derecho de todo ciudadano a expresar su pensamiento.
Las
acciones no solamente se circunscriben a coartar el derecho de expresión de los
diputados, sino
que el poder oficialista, pero cada vez menos legítimo, continúa con sus manifestaciones de totalitarismo al tomar posesión esta misma semana de uno de los últimos medios de comunicación independientes (Globovisión). Lo hará de una forma sutil, muestra clara de los síntomas que se le diagnostican a cualquier régimen totalitario. ¿Es que acaso la comunidad internacional no es capaz de observar estos síntomas? ¿Son los países latinoamericanos cómplices al hacerse de la vista gorda? ¿Es posible que los países sudamericanos estén de acuerdo con un proyecto socialista basado en la violencia y el miedo? Las respuestas a estas preguntas quizás no sean agradables e incluso pudieran formularse más en donde actores como el secretario general de la OEA José Miguel Insulza tal vez se esté quedando corto en su accionar, pero, ¿A qué se debe que el discurso de Nicolás Maduro presente tantas contradicciones? ¿Cómo puede un modelo socialista de ésta índole tomar como estandarte a la figura de Simón Bolívar y aun así fomentar la violación de derechos fundamentales?
que el poder oficialista, pero cada vez menos legítimo, continúa con sus manifestaciones de totalitarismo al tomar posesión esta misma semana de uno de los últimos medios de comunicación independientes (Globovisión). Lo hará de una forma sutil, muestra clara de los síntomas que se le diagnostican a cualquier régimen totalitario. ¿Es que acaso la comunidad internacional no es capaz de observar estos síntomas? ¿Son los países latinoamericanos cómplices al hacerse de la vista gorda? ¿Es posible que los países sudamericanos estén de acuerdo con un proyecto socialista basado en la violencia y el miedo? Las respuestas a estas preguntas quizás no sean agradables e incluso pudieran formularse más en donde actores como el secretario general de la OEA José Miguel Insulza tal vez se esté quedando corto en su accionar, pero, ¿A qué se debe que el discurso de Nicolás Maduro presente tantas contradicciones? ¿Cómo puede un modelo socialista de ésta índole tomar como estandarte a la figura de Simón Bolívar y aun así fomentar la violación de derechos fundamentales?
Es
interesante analizar al albor de los actos de violencia que se han dado, frases
del héroe que Hugo Chávez tomó como estandarte para su revolución socialista y
sacar conclusiones. “Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es
un país de esclavos”. ¿No es acaso esta la Venezuela que fue moldeando a su
antojo Chávez y que ahora hereda Nicolás Maduro? El país venezolano se ha
convertido en lo que Simón Bolívar alguna vez repudió. Es aún más irónico que
el movimiento chavista utilice la figura de Bolívar cuando él mismo aseveró: “Si
un hombre fuese necesario para sostener el Estado, ese Estado no debería
existir, y al fin no existiría”. Es precisamente este último pensamiento el que
se está demostrando y haciendo realidad en el convulso momento político que
vive Venezuela. El Estado socialista de Chávez no consigue sostenerse bajo la
figura de un líder que falleció y dejó a un país con la economía en un estado
crítico, deudas exuberantes, y la ilusoria idea de una revolución socialista
financiada con el petróleo. El proyecto socialista de la región murió con
Chávez, de ahí que los mandatarios de los países sudamericanos que aplaudían su
gestión y la misma Cuba se encuentren con nerviosísimo por el posible cierre de
la tubería que transporta los dineros provenientes de Venezuela; y su única
manifestación sea reconocer y apoyar el gobierno de Maduro a pesar de que el
mismo Consejo Nacional Electoral incumpliera con la petición de una auditoría y
dejara entrever las irregularidades en el proceso al dar en primera instancia
un visto bueno a la revisión y luego retractarse ante la misma. Lo que ocurre en
Venezuela es reflejo del deseo de la región por abandonar ideas retrogradas que
obstaculizan el desarrollo.
La
inconformidad no solamente se da en Venezuela. En Argentina los índices de
inflación y el mercado negro del dólar han llevado a las personas a manifestarse
repetidas veces ante una Cristina Fernández de Kirchner que no tiene como
responder. En Ecuador la falta de estabilidad normativa y reglas claras cada
vez ahuyenta más la inversión privada que ha venido disminuyendo y para el
primer semestre de 2012, según el Banco Central del Ecuador, fue de 315
millones de dólares; una cifra magra si se la compara con la que hubo en los
países vecinos en el mismo período: Colombia (7798 millones de dólares) y Perú
(5440 millones de dólares).
El panorama
es claro, y en Venezuela el cambio ya se está generando. Será de vital
importancia que la comunidad internacional no se tome a la ligera los hechos
que se están dando en el país sudamericano y no sean tan permisivos como los
demás países pertenecientes al ALBA, quienes claramente tienen intereses de por
medio con respecto a la aceptación de Nicolás Maduro como presidente de la República
Bolivariana de Venezuela.