En los
últimos días han estallado en Turquía y Brasil manifestaciones de grupos no
organizados que Betrand de la Grange define como los "los
indignados". La diferencia de estos grupos con cualquier manifestación
antes vista radica en que no poseen ninguna afiliación partidista y su
descontento aflora alrededor de una insatisfacción acerca de un elemento, que
conforme avanza el tiempo, une a su causa una serie de problemáticas que bien
pueden estar entrelazadas entre sí o ser completamente dispares.
En Brasil
un incremento en el transporte público desencadenó una movilización de enorme
magnitud en donde temas como la salud, la educación, el costo de la vida
derivado de la alta inflación y el descontento por el gasto de cerca de $13.000
millones asociados al Mundial se unieron a la molestia popular. Por su parte en
Turquía activistas se movilizaron para impedir la demolición de un parque
emblemático que sería reemplazado con un complejo inmobiliario.
Moisés
Naím lo expresa bien en su libro "The End of Power", los actores con
poder ven cada
vez más expuesta su cuota de poderío sobre los demás. El papel de los "indignados" bien podría ser el grupo de "no líderes" que describe Robert Dahl en su teoría de las Poliarquías. Los regímenes autoritarios a pesar del poder que ostentan, todos los dias ven más minado su espectro de control, y las democracias plenas en el papel parecieran cada vez más perder su legitimidad frente a los indignados que florecen alrededor del mundo.
vez más expuesta su cuota de poderío sobre los demás. El papel de los "indignados" bien podría ser el grupo de "no líderes" que describe Robert Dahl en su teoría de las Poliarquías. Los regímenes autoritarios a pesar del poder que ostentan, todos los dias ven más minado su espectro de control, y las democracias plenas en el papel parecieran cada vez más perder su legitimidad frente a los indignados que florecen alrededor del mundo.
A pesar de que este fraccionamiento del poder podría
generar controles, también resulta peligroso. La cada vez más frecuente
insatisfacción de las personas y su propensión a manifestarse puede compararse
con los pasos que da un equilibrista que tiene en ambos lados un precipicio. A
su mano derecha el absolutismo, despotismo, y totalitarismo de regímenes
autoritarios que de más esta decir son propensos a la corrupción y los abusos.
A su mano izquierda una ingobernabilidad absoluta en donde los líderes no
tienen giro de acción ya que la insatisfacción popular ha llegado a tal punto
que las manifestaciones están a la orden del día. La credibilidad del gobierno
y su capacidad para gestionar eficientemente son nulas y el estado de inanición
no le permite gobernar.
Guardando las distancias del caso, Thomas Hobbes
describe en su teoría política lo peligroso que resulta desligarse de un
contrato social que garantice el orden público. A pesar de que su solución
absolutista resulta inadmisible en el siglo XXI, si es necesario mantener un
orden mediante el contrato social para subsistir. Es precisamente en este punto
que se entra en un círculo vicioso en donde los indignados de Betrand se
manifiestan por su insatisfacción y al mismo tiempo el gobierno pierde
facultades para gobernar entrando en un estado de caos sin poder salir de allí.
¿Cómo hacer para lograr caminar sobre la cuerda floja al igual que el
equilibrista sin caer en ninguno de los dos vacíos?
Costa Rica no ha sido la excepción a esta problemática
de escala mundial, y quizás haya sido la incapacidad de este gobierno para
manejar su gestión lo que haya evidenciado aún más esta situación en el
territorio nacional. Los peligros son grandes y el reto una cuesta muy empinada
partiendo del sitio en que se encuentra el gobierno en este momento. Será tarea
de todos, enrumbar al país hacia puerto seguro, con una participación activa de
los "no líderes" de Dahl y los " indignados de Betrand"
proponiendo y ejecutando soluciones que permitan salir adelante a un país que
cuenta con las características para ser un actor importante en el marco mundial
y ser ejemplo de liderazgo y desarrollo en el siglo XXI.
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