martes, 14 de mayo de 2013

¿Hasta cuándo?



Al parecer el Gobierno no se conforma con generar polémica a su alrededor luego de tres años de gestión, y busca la manera de iniciar su último año con broche de oro. El fin de semana anterior la Presidenta de la República, Laura Chinchilla junto con su esposo, José María Ricco; la asistente de la mandataria, Irene Pacheco; el ministro de Comunicación, Francisco Chacón y la ministra de Comercio Exterior (COMEX), Anabel González, esposa de Chacón, realizaron un vuelo privado a bordo de una aeronave facilitada por la empresa Thorneloe Energy (THX); empresa canadiense que se dedica a la explotación de hidrocarburos.

Después del incidente el ministro Chacón ha tenido la osadía de afirmar que esto no es una “dadiva” y


que más bien responde a una “contribución al gobierno”. Qué grave es cuando tecnicismos de este tipo se utilizan para escudar una acción que vista desde cualquier ángulo es reprochable. Aún más triste resulta pensar que la Presidenta de la República se dé el lujo de actuar de esta manera con tanta insatisfacción por parte del pueblo con respecto a su administración, pero, ¿Cuáles son los elementos que deberíamos de analizar los costarricenses alrededor de esta circunstancia que se suscitó? ¿En qué aspectos deberíamos de fijarnos para evaluar esta situación?
Número uno, la pésima asesoría que doña Laura tiene por parte de una persona que no posee conocimientos acerca de comunicación ni imagen. No hay que tener dos dedos de frente para saber que la imagen de la Presidenta se ha erosionado monumentalmente durante su gestión. ¿Habrá que ser todo un experto en imagen y comunicación para saber que un viaje de esta índole causaría polémica en la población? ¿Se necesita algo más que sentido común para vaticinar descontento popular después de este viaje? ¿No es acaso claro el conflicto de intereses? Honestamente creo que no. Como si fuera poco los costarricenses tenemos aún en nuestra retina la cifra de ¢160 millones que la mandataria anunció, con bombos y platillos, gastará para mejorar su imagen. ¿No sería lógico que si todos los costarricenses estamos pagando para que su imagen mejore también ella y su equipo tengan un poco de sentido común y realicen acciones de la mano con este objetivo?
Número dos, para nadie es un secreto que esta gestión ha estado manchada de elementos que atentan contra la ética en la función pública. Procesos de licitación oscuros como el de la carretera San José-San Ramón, cartas de “recomendación” sospechosas, una trocha fronteriza plagada de irregularidades; y ahora como si fuera poco el último año de su gestión la Presidenta y su delegación realizan un viaje a Perú, gracias a una desinteresada “obra de caridad” de Thorneloe Energy, para asistir a la boda del hijo del vicepresidente de la República, Luis Liberman, y de paso tener una reunión con el presidente de Peruano, Ollanta Humala; que más se da como una oportunidad para aprovechar el viaje que como un encuentro serio entre mandatarios.
Número tres, y quizás el más peligroso e indignante de todos los elementos, el Ministro Chacón asegura que no ve nada de grave en el asunto y que más bien esta “contribución al gobierno” le ahorra dinero al Estado costarricense; es decir, la mandataria gracias a que aceptó esta contribución completamente desinteresada de una empresa estadounidense, evitó que se erogara dinero. ¿Realmente este señor espera que los costarricenses acepten esta respuesta? La realidad acá es que ningún mandatario debería de aceptar ningún tipo de contribución bajo ninguna circunstancia, en primera instancia por dignidad y en segunda por ética. ¿Si esto no es un claro conflicto de intereses yo me pregunto qué lo es?
Probablemente lo que más preocupe y entristezca a la vez es que aún falta un año de gestión, y si por la víspera se saca el día, faltarán muchas más de estas acciones que no hacen más que dañar la ya de por si maltrecha imagen que tiene el costarricense de la clase política. La ingobernabilidad e insatisfacción, bien fundamentada por parte del costarricense, continuará creciendo y peligrosamente nos podemos acercar a formas de gobierno antidemocráticas que el pueblo podría buscar más de forma desesperada que razonando lo que ocurre y cuáles son las verdaderas soluciones que nuestro país necesita. ¿Hasta cuándo? Esa es la pregunta que todos nos hacemos.

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