martes, 9 de julio de 2013

Índice Global de Innovación: galardón y alerta


Recientemente Costa Rica recibió una noticia muy positiva al enterarse que estaba en la cima del Índice Global de Innovación en su región. Este índice es generado desde el 2007 por la Universidad de Cornell, en EE. UU., la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) del Sistema de Naciones Unidas y el Instituto Europeo de Administración de Negocios.

Costa Rica figura como el país más innovador de América Latina, por encima de Chile y Uruguay. Más allá del motivo de alegría por este galardón se debe realizar un análisis desde dos aristas.

Número uno, ¿Realmente Costa Rica está invirtiendo agresivamente para diferenciarse en el mundo como un país innovador? ¿Está Costa Rica implementando medidas adecuadas acorde con esta meta?

Ésta noticia debe de ser incentivo para invertir más recursos en investigación y desarrollo. Será importante que las universidades públicas y privadas estrechen sus lazos con el sector empresarial para desarrollar productos comerciales que impulsen el desarrollo nacional.

En buena hora se empieza a retirar el velo que prohíbe relaciones entre lo académico y el sector empresarial. El talento costarricense, si se le dota de herramientas, puede competir en el marco del comercio internacional y ser exitoso. Solamente desarrollando una estrecha relación entre el sector público y privado se logrará marcar una diferencia a nivel internacional.

Si las universidades se mantienen encapsuladas y se restringen a lo estrictamente académico, todo el conocimiento que se genere en la academia se perderá. Del otro lado, en el sector privado, las empresas estarán perdiendo una fuente invaluable de ideas y al mismo tiempo la inversión necesariamente buscará donde obtener réditos fuera de fronteras costarricenses. Es por esto que una relación entre el sector público, privado y la academia es tan importante. ¿Por qué no generar una entidad similar a CINDE que se preocupe estrictamente en generar ese acercamiento entre profesores, investigadores, jóvenes universitarios y el sector privado? ¿Por qué no generar una escala de méritos en las universidades para el nombramiento de profesores en donde la generación de patentes tenga un peso de igual importancia que las publicaciones investigativas? Una relación de este tipo podría traer consigo beneficios para todas las partes, generando ingresos a las universidades con las patentes, comisiones a los profesores investigadores, ganancias a los jóvenes realizadores y utilidades a las empresas del sector privado que apoyen estos proyectos y vean en estas alianzas una mina de oro de la innovación.

Número dos, ¿Costa Rica se toma en serio el tema de tecnología?

Resulta algo contradictorio que a pesar de haber escalado a la cima latinoamericana del Índice Global de Innovación en 2013, con 41,5 puntos de 100 posibles, el presupuesto dedicado en Costa Rica a investigación y desarrollo pasó de 0,54 del PIB en el 2009, a 0,46% en el 2012. Asimismo el presupuesto del Ministerio de Ciencia y Tecnología se redujo un 10% en el 2012.Aunado a estas cifras, la muestra más grave del desinterés sobre la materia es el nombramiento de Justo Orozco como presidente de la Comisión legislativa de Ciencia y Tecnología. ¿Es posible que una persona que no cuenta con la más mínima preparación sobre el tema logre llevar satisfactoriamente discusiones pertinentes? ¿Puede un doctor hablar de leyes o un informático discutir de agricultura? No me cabe la menor duda que cualquier persona sin importar su formación académica puede aprender sobre otros temas y convertirse en un experto, pero, ¿Es la Asamblea Legislativa el espacio adecuado para que una persona experimente? En este punto se debe abordar una discusión que no es el tema central de este texto pero resulta pertinente mencionar. La elección de los diputados en este país debe de cambiar. El pueblo costarricense debe de tener la oportunidad de elegir directamente a los actores legislativos y debe de establecerse un mínimo de requerimientos que aseguren de cierto modo la eficacia del acontecer legislativo cada 4 años. Estos parámetros de elección no garantizarán una buena labor pero al menos servirán de filtro para evitar que tengamos embajadores de la ciencia y tecnología, y otras temáticas, con completo desconocimiento de la materia.
En una economía del conocimiento como la que nos ha tocado vivir en el siglo XXI, el papel que se le dé a la tecnología y la innovación, marcará la diferencia entre los países que logren insertarse en el desarrollo y los que atraquen en las arenas de la obsolescencia. Costa Rica, debe tomar con más seriedad este tema, de lo contrario el tren de la inversión pasará sin dejar rastros. Es imperativo además efectuar cambios en el poder legislativo, ya que si seguimos poniendo la creación de leyes en las manos equivocadas seguiremos viajando sin norte en un océano turbulento.

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